El sistema jugable nos ha encantado, sobre todo por esa frescura que le da al género y que agiliza muchos aspectos que en otros títulos son causantes de tareas tediosas. Pero es cierto que tiene algunos puntos flojos que, de haberse depurado, habrían conseguido hacer de Xenoblade un juego de 10. Lo primero de todo es que no se ha creado un juego manejable 100%. Aunque hay teletransporte instantáneo a cualquier punto del mapa y el manual incluido ingame es bastante útil, se echan en falta algunos sistemas que permitan agilizar los accesos a los menús para un juego de tan basto contenido. Entre estos problemas de accesibilidad está la limitadísima capacidad de la mochila para algunos tipos de objetos (especialmente los cristales de éter y los objetos recogidos de enemigos muertos), así como la ausencia de un bestiario que nos permita obtener información sobre los enemigos, algo de vital importancia para superar las misiones.

Son estas misiones, especialmente las secundarias, las que aportan otro de los puntos negativos del juego. Hay incontables sidequest en el juego, cientos de ellas, pero todas se acaban rigiendo por el mismo patrón: recolectar objetos o matar enemigos. Es por esto por lo que puede resultar muy aburrido despacharlas todas. Aunque, para nuestro gusto, muchas de estas misiones tienen el aliciente de que nos permiten introducirnos en la vida de los personajes de Bionis ya que al hacerlas nos irán contando sus relaciones y veremos cómo se crea una maraña enorme que entreteje a todos los personajes no jugables del juego.

Un combate sin fin

Hay tres formas de jugar a Xenoblade: dejarlo porque no puedes con él, dedicarte únicamente a la historia o pulírtelo de cabo a rabo con misiones secundarias incluidas. En cualquiera de los tres casos no jugarás menos de 30 horas y si te dejas llevar por su encanto y las enormes bondades podrás superar las 150. Si decides pasar de puntillas por Bionis y pasarte a saco la historia principal se queda en unas 75 horas, cifra nada despreciable.

Pero lo cierto es que es un pecado no pararse a recorrer cada rincón de este ancho mundo para descubrir cualquier cueva escondida o alguno de los monstruos únicos que nos darán poderes exclusivos. También es imposible resistirse a las peticiones de los habitantes, ya no sólo por satisfacer sus necesidades, sino por curiosear y ver cómo evolucionan sus vidas y sus relaciones con el resto de personajes no jugables.

Conclusiones

Como buen juego de rol japonés, no está hecho para todos los paladares. Habrá quien adore Xenoblade Chronicles como la auténtica joya que es y habrá quien lo deteste como buen JRPG que es. Sea como fuere, las bondades que hacen de él un clásico instantáneo son incuestionables: la dedicación extrema a crear un mundo enorme completamente visitable que crea en el jugador la sensación constante de ser una gota en el océano y la lucha por romper con los moldes establecidos y atreverse a remodelar las bases de las cuestionadas luchas por turnos.

Lo mejor:

- La enorme distancia de dibujado. Puedes visitar todo lo que veas.
- La frescura y dinamismo que da al estancado rol japonés.
- El colofón final en la historia.

Lo peor:

- La repetitiva mecánica de la realización de misiones secundarias.
- Se podría haber agilizado la interfaz con, por ejemplo, un bestiario

Puntuaciones

Gráficos: 9.0

Sonido: 9.5

Jugabilidad: 0.0

Duración: 10.0

Multijugador: 9.5

Historia: 9.5

TOTAL: 9.5