Ubisoft se atreve a crear una secuela que rompe completamente con la primera parte, manteniendo como únicos elementos del título original el acero de las katanas y la pólvora de las pistolas. Nada queda de la historia vista en aquel título que vio la luz junto con el nacimiento de Wii. Nos trasladamos desde aquel Japón de la actualidad a una ciudad ficticia del lejano oeste donde los vaqueros se mezclan con los samuráis, donde los ninjas calzan Mágnum y donde las minas de oro atraviesan pagodas orientales. Nos trasladamos a Caldera.
Te duele todo. Un sol ardiente abrasa tu cara a la vez que un fuerte escozor sacude tus muñecas. Abres los ojos y, cuando consigues aclarar un poco tu vista borrosa, lo primero que ves es una banda de buitres ansiosos de tu carne. Pero eso no es lo peor, estás atado a la moto de unos salvajes que quieren divertirse a tu costa antes de darte el golpe de gracia. Sin saber cómo ni por qué te has visto envuelto en una guerra entre clanes.
Amalgama de culturas
Y no te engañes, por mucho que avances en la historia seguirás sin saber por qué estás envuelto en una lucha fraticida entre diferentes grupos. La historia narrada en Red Steel 2 es floja, parca en hechos y con una forma de contarla demasiado sencilla y aburrida. Aunque el juego está salpicado por alguna que otra escena de vídeo –que rozan un buen nivel gráfico, todo hay que decirlo-, la mayor parte del tiempo la historia te llegará por boca de otros. Una serie de aliados que te encontrarás por el juego y que, cara a cara, te dirán qué ha pasado y qué debes hacer. Y lo que te cuenten tampoco ayudará a meterte en la historia, no tienes una motivación que te empuje a resolver ningún misterio ni a vengar ninguna muerte (si es que las ha habido).
Y realmente es una lástima que la historia de Red Steel 2 sea tan pobre. Porque en Ubisoft han conseguido crear una ambientación excelente, fusionando de forma totalmente convincente dos mundos tan dispares como lo son el Japón feudal y el Lejano Oeste de las pelis de vaqueros. En las diferentes localizaciones nos encontraremos con una mezcla perfecta de ambos estilos, saltando de uno a otro o conviviendo en una misma sala –nosotros mismos somos una mezcla entre un John Wayne venido a más y un samurai.
El conjunto resulta aún más convincente cuando el apartado gráfico está a la altura. Se ha realizado un buen trabajo en la creación de los escenarios y los enemigos, consiguiendo efectos llamativos y la ausencia de dientes de sierra, un defecto común en los juegos de Wii. La decisión de utilizar cel-shading para que el juego luzca un estilo a dibujos animados creemos que le ha venido como anillo al dedo, dando un toque fresco y original a un entorno tan peculiar.
