Rol Japonés en la DS

Si hubiese que crear una línea temporal entre el videojuego moderno y la saga Fushigi no Dungeon (situándonos en la actualidad como homo sapiens que somos), el nuevo Mistery Dungeon sería un recuentro con un australopithecus. Esta entrega no es el eslabón perdido en pleno 2008, si no la tercera parte de una franquicia minoritaria que jamás llegó más allá de fronteras niponas.

Y es que el trabajo de ChunSoft es injustificable desde otro prisma que no sea el de la descontextualización y el puritanismo hacia un género (el RPG de PC más ecléctico) que en los últimos años divaga más que evoluciona y pretendan, con un título así, volver a la médula ósea para atacar el problema de raíz.

Como cabría esperar, Mistery Dungeon utiliza gráficos 2D, de sprites realmente atractivos, siempre aceptando ese anacronismo que busca desde su impronunciable título. En ningún momento pretende regalar un devastador paisaje, una atractiva secuencia o cualquier atisbo del “preciosisimo” que inunda el RPG actual (o también porqué no decirlo, el ñoño y despreciable envoltorio en el que se escudan los videojuegos mediocres).

El desarrollo nos devuelva a la era de las mazmorras y la linealidad. Tomaremos el control de un Ronin en la búsqueda de las tierras del Cóndor Dorado (donde nos esperarán tesoros y demás reclamos) aunque es sólo una justificación para adentrarnos en mazmorras, estadísticas, puntos de habilidad y estrategia.

Los diversos niveles se suceden de forma paulatina, sin pausas y se generan de forma aleatoria. Esto es un arma de doble filo, ya que aunque pueda parecer positivo de cara a la rejugabilidad del título, se pierde un buen diseño de los mismos, minucioso y calculado a favor de una aleatoriedad peligrosa, pudiendo crear zonas insufribles y otras demasiado livianas. El colmo de esta osadía se manifiesta en que de perecer, tendremos que empezar el juego desde 0, por lo que el riesgo está más que presente.

No obstante, hay lugar para la exploración incluso con la interactuación con los personajes no jugables. Dependiendo de nuestras acciones, nuestra relación con los mismos cambiará, podrán ayudarnos, plantarnos cara e incluso perecer. Esta secciones del juego son puro tránsito para continuar luchando y recogiendo ítems a lo largo de las clónicas y reiterativas mazmorras, que saturarán al jugador menos acostumbrado con estos esquemas tan arcaicos. Nuestro nivel no ascenderá por cada combate ganado, si no nuestras armas e indumentaria (ya sea porque la mejoremos en un herrero o encontremos equipaciones de mayor rango). Como podéis imaginar, si caemos en combate todas las horas y trabajo dedicado se irán al traste, acabando peligrosamente con nuestra paciencia.

Cabe destacar, que DM tiene quizás una de las opciones en red más interesante y rompedoras de todo el catálogo de Nintendo DS. Si perecemos en una mazmorra, podemos enviar una señal de auxilio y esperar a que un alma caritativa venga a ayudarnos en nuestra catarsis con una pócima de resurrección. Co-operación bajo riesgo, una de las muestras de fe y solidaridad más originales vistas en videojuego alguno.

En su austeridad, en su pureza, es donde ChunSoft pretenden defender y esconder un título vacuo y prehistórico. Efectivamente, el giro de tuerca es sólo un método de protección inicial que logrará convencer a los más entregados pero resulta, tristemente impracticable. 

Puntuaciones

Gráficos: 7.0

Sonido: 4.0

Jugabilidad: 5.0

Duración: 6.5

Multijugador: 7.0

Historia: 5.5

TOTAL: 5.5