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Genial versión de bolsillo.
Un nuevo festival llega a las tierras habitadas por nuestro querido fontanero. Y un nuevo festival que el infatigable Bowser, que tiene más moral que el Alcoyano, tiene intención de reventar. Así que hay un cometa en el cielo, con muchas pegatinas y no sé qué más. Algo así. Y Bowser lo estropea todo y consigue un poder inconmensurable. Lo de siempre. Cosas de Miyamoto, que no quería una historia profunda que “el juego funciona igual”. Y qué van a decir los del equipo “que sí, que tiene razón.” Así que no hay grandes alardes literarios ni giros de guión. Historieta sencilla que nos enmarca la acción y poco más. Y arreando, que hay que ponerse con el de Wii U.
Sirva este encabezado de guiño a la magnífica localización que el equipo de traductores de Nintendo Europa siempre consigue con los productos de la serie Paper Mario. En esta ocasión, como es habitual desde la era de Nintendo 64, el juego llega completamente localizado, incluyendo los textos de los escenarios. Y lo hace con un acierto excelente, manteniendo ese humor tan característico en el que ninguno de los personajes mantiene respeto por sus compañeros, hablando de forma llana, sin frases rimbombantes.
Y volviendo a lo anterior, la ausencia de una historia elaborada no repercute en la ambientación puesto que hay pequeños “hilillosh” que entrelazan aventuras o personajes haciéndolos lo suficientemente carismáticos. No cabe duda de que esta saga siempre ha sabido darle personalidad propia a muchos de esos enemigos de Mario que en los juegos normales no han conseguido brillar.
Un juego de contenedor azul
Sólo papel y cartón. Así es como están hechos todos los elementos de los escenarios y los personajes de esta aventura. Absolutamente todo se ha representado como si fueran pequeños modelados realizados a mano. Desde el agua de una fuente o la gran esfinge del desierto gozan de una apariencia adorable creada a partir de recortables. Esto permite jugar con los escenarios (haciendo que se doblen o se desmonten) y con los enemigos, que podrán adecuar sus ataques gracias a sus únicas dos dimensiones ¿Alguna vez te has pinchado con un Goomba que no lleve gorro? Yo sí.
 Y hablando de dimensiones, no podemos hacer caso omiso al estupendo efecto 3D que se nos muestra, el mejor que hemos tenido el placer de observar desde que la consola llegó a las tiendas. No sólo por el uso de la profundidad, si no por el realismo que aporta a los elementos de papel, permitiendo distinguir las capas o las dobleces de los mismos. Quizás el estilo gráfico ayude a ello más de lo que lo harían modelados tridimensionales, pero no cabe duda de que el resultado es sublime. Al principio la simpleza de las texturas y los dientes de sierra de Mario afean el conjunto, pero todo ello acaba por quedar en un segundo plano y permiten que el carisma de este acertado estilo luzca como es debido. Nos quedamos con las ganas de ver, en una versión de sobremesa, un Paper Mario fotorealista, utilizando el mismo estilo que se ha usado en las carátulas de esta versión.
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