Tal y como dice la publicidad del juego, esta no es la historia de un juego, es la historia de aquellos que lo jugaron. Y es que, para el aniversario de la saga The Legend of Zelda, Nintendo ha decidido pillarnos el punto nostálgico a todos. No cabe duda de que esta revisión del título más importante de todos los tiempos busca captar a todos aquellos nuevos jugadores que se iniciaron con Phantom Hourglass y Spirit Tracks, pero éste no deja de ser uno de los cartuchos más entrañables para todos aquellos que disfrutamos desde niños de este maravilloso hobby.
13 años más en la mochila
The Legend of Zelda: Ocarina of Time es el mejor juego de la historia. O al menos así ha quedado para la posteridad después de que la prensa y, lo que es más importante, el público, declararan que la nueva aventura de Link era lo más grande que había pasado jamás por consola alguna. Y la nueva versión en 3D aún es capaz de hacernos ver que este galardón no se lo ha llevado en vano.
No hace falta remontarse a finales de 1998 cuando el juego llegó a las tiendas. Basta con observar las singularidades de su sistema de juego para darse cuenta del vasto universo que Miyamoto preparó a fuego lento durante años: mundo abierto, ciudades vivas, un sinfín de secretos y muchas posibilidades de juego que lo convirtieron en una obra magna desde el mismo instante en que llegó a las estanterías de las tiendas.
Pobre Link. No sabía la que se le venía encima. Él, el último mono de los Kokiri, el único chico sin hada, se acaba viendo envuelto en una lucha contra las más poderosas fuerzas del mal que no solo tratan de usurpar el trono de Hyrule, sino que también buscan la destrucción de todo lo bueno que crearon las diosas. Y es así como comienza a forjarse la leyenda.
Un sistema que marcó una época
Resulta raro explicar cómo funciona un clásico y más aún cuando éste ha influido en la jugabilidad de muchos de los títulos que vinieron detrás, pero es algo que merece que le dediquemos su tiempo. The Legend of Zelda: Ocarina of Time 3D supone la extrapolación perfecta de la jugabilidad clásica de la saga en dos dimensiones a las 3D. Tanto los puzles como la exploración del mundo son llevados con total fidelidad. De esta forma manejamos a un Link en tercera persona que se mueve con total perfección y con una cámara que no da problemas. A esto hay que sumarle el magnífico invento del Z-targeting, que permite que centremos la acción en uno de los enemigos sin perder en ningún momento la cámara, pasando a controlar a un Link en modo de combate que esquiva y ataca en lugar de corretear libremente. Algo tan sencillo como apretar un botón (el L en la versión de Nintendo 3DS) supone un cambio radical en el sistema de juego, pero completamente ágil y transparente al usuario.
