Assassin’s Creed Rogue

La otra cara de la moneda.

Olvídate del credo, vuelve a surcar los mares de nuevo, ponte tu mejor capucha para pasar desapercibido, saca filo a tus hojas ocultas, Assassin's Creed vuelve para despedirse definitivamente de las consolas que vieron nacer la saga.

Cuestiona tu fé

Una de las cosas que más llamaban la atención del juego, era poder vivir al conflicto de los asesinos y los templarios desde el punto de vista de éstos últimos. Y así será, a lo largo de la trama principal y empujado por los sucesos, Shay Cormac, asesino, se verá así mismo desde el otro lado del espejo, cazando asesinos convertido en un templario.

No sólo asistiremos a la antológica  y longeva guerra entre asesinos y templarios. El siglo XVIII es una época convulsa, guerras, desastres, independencias de los imperios, revoluciones... aquí se enmarcará nuestras aventuras, con la guerra de los sietes años de fondo, muy cercana y ligada temporal e históricamente a otros juegos de la saga, como Unity.

A pesar de los momentos emocionantes de la (corta) historia que se relata en el juego, no deja de ser la típica historia de traición y clamor de venganza hacia sus excompañeros. Ojo, el que sea más que clásico este arco argumental no es que sea negativo, pero el poco gancho que nos ofrecen, sí. De lo más interesante, junto a ciertos puntos argumentales como ya hemos dicho, son las conexiones y datos que nos ofrecen de los anteriores juegos de la saga.

Sin demasiadas novedades a la vista

Assassin's Creed Rogue no viene a ser el Assassin's definitivo, ni a revolucionar la saga, sólo aporta su granito de arena en tan abundante saga, hasta por momentos nos llegaremos a plantear si es realmente un juego independiente o una expansión de las aventuras caribeñas de Assassin's Creed IV Black Flag.

Y es que las similitudes con este juego son más que patentes desde el primer momento: la importancia del mar, misiones secundarias, formas de progresar con nuestro personaje/barco... simplemente cambian actores y escenarios y algunos matices. El más que notable cambio lo daremos en el escenario, olvidaros de esas playas afrodisíacas, en las gélidas aguas del Atlántico norte no hay tiempo para tumbarse al sol.

En lo que respecta a nuestro navío, el Morrigan, mantiene la esencia del Jackdaw visto en Black Flag, pero su comportamiento en el combate han variado levemente siendo ahora más amenos y ligeros los combates navales, gracias a las nuevas posibilidades. Surcando los océanos nos encontramos con las clásicas inclemencias meteorológicas como tormentas, tornados u grandes olas solitarias, pero, gracias a las gélidas temperaturas del Atlántico norte nos toparemos con numerosos icebergs en nuestro camino, los cuales podemos destruir para no entorpecer nuestro avance.