Con un retraso considerable en el mercado europeo con respecto a su lanzamiento original en Estados Unidos (el juego salió a la venta en Norteamérica en verano del año 2012) nos llega un título completamente protagonizado por uno de los mitos y leyenda de la conducción, Ferrari. Y es que Ferrari siempre ha sido sinónimo de calidad, elegancia y una gran historia a sus espaldas, que se ha intentado plasmar en el título, aunque no de la mejor manera posible y quizá no haciendo honor a la marca, una de las más importantes del automovilismo desde hace ya más de sesenta años. Y es que los chicos de Slightly Mad (encargados de entregas de la saga Need for Speed Shift o del próximo Project Cars) tenían fácil superar a los anteriores títulos de la saga, que pertenecían a System 3.
Nada más lejos de la realidad y partiendo de la base de ser un Test Drive, aquí no encontraremos ni circuitos abiertos, ni modos online masivos ni nada especial o diferente. Simplemente se trata de un juego de carreras que toma la licencia de Ferrari y que es mejor ser francos desde un comienzo, no está a la altura del mito y la leyenda del automovilismo, por distintas causas y problemas que mencionaremos detenidamente durante el análisis. Si bien, el juego cuenta también con aspectos positivos, aunque en realidad son bastante difíciles de encontrar, pues sus creadores se han esmerado en que queden bastante ocultos debajo de todas las carencias con las que cuenta el título. Apartado Técnico
Lo primero que llama la atención de un juego de coches antes de entrar a probar su jugabilidad es su apartado gráfico y Test Drive: Ferrari Racing Legends destaca por presentar unos coches realmente modelados y fieles a los originales, tanto antiguos como modernos, contando con un total de 52 modelos completamente recreados y fieles a los originales. Sin embargo, más allá de los coches llegan los problemas más acusados del juego, escenarios y circuitos completamente vacios, sin vida y con unas texturas horribles y dignas de otra generación, pero anterior. Y es que pese a contar con 36 circuitos bien recreados que muestran parte del pasado y el presente, estos parecen sacados de un juego completamente diferente comparados con el modelo de los Ferrari.
En cuanto a las físicas, como los efectos de una colisión, no podrían ser más irreales de lo mostrado en el título, con apenas desperfectos en los coches, prácticamente inexistentes en los coches más antiguos de la mítica escudería. Y es que los coches, al chocar, parecen más coches de feria concretamente diseñados para chocar. Así vemos cosas irreales como ver coches volar unos tres metros después de un choque o que un Formula 1 antiguo vuelque y al piloto no le pase absolutamente nada, pese a estar completamente expuesto a lesiones por no contar con ninguna protección para la parte superior del cuerpo. Por no hablar de la generación excesiva de popping en algunos momentos y una distancia de dibujado deficiente, teniendo en cuenta que el juego no hace alardes técnicos muy complejos para resultados así.
Las palabras que mejor definiría el contexto de este apartado serían “falta de ambición”, pues sin duda se podrían haber obtenido resultados mucho mejores. Y hay motivos para pensar en ello, porque la mayoría de circuitos modernos cuentan con su igual en versión antigua, algo de agradecer pero que se va al traste una vez estamos en ellos, dando sensación de vacío, poco trabajo y un nivel de texturizado, físicas y efectos muy pobre. Y para terminar negativamente, el juego no corre a sesenta imágenes por segundo, si no a treinta, algo imperdonable para un juego de este género, en el que es muy importante la sensación de velocidad y generación de imágenes.
